PUEDE QUE YA ESTÉN en Alemania, a donde iban a ser trasladados para evitar que aquí, en Canarias, acabasen "eutanasiados", que suele ser, lamentablemente, el destino de los animales libres. No son los primeros. "Garbancito", "Chatarrita" y "Felipe" se sumarán a muchos otros perros y gatos exiliados que hoy residen en Europa, cuyos ciudadanos, en lo concerniente a la sensibilidad, respeto y deberes que asumen con lo que en España consideramos tan sólo mascotas, demuestran situarse a años luz de nuestra barbarie y de nuestra ignorancia. Como si de una particular lista de Schindler se tratara, cientos de "sin techo" cruzan la frontera para ser acogidos y salvarse del exterminio. Gracias a personas que saben, que quieren, que aprenden, que conviven y que agradecen la generosidad venga de donde venga.
El caso particular de estos tres gatos es esperpéntico. El Cabildo de Gran Canaria no perdió ni un segundo en plantearse algo tan irrelevante; bastó con que le instará a ello la dirección de la residencia de mayores de Taliarte (Gran Canaria), que previamente ya había considerado igualmente irrelevante que los residentes en el centro hallasen en "Garbancito", "Chatarrita" y "Felipe" una amistad más valiosa que cualquier reconstituyente, que cualquier tratamiento farmacológico e, incluso, que cualquier afecto ficticio y remunerado. Que encontrasen así, sin planificación y sobre todo sin permiso, una razón importante para caminar a su encuentro, un motivo de alegría. Como si la alegría fuera irrelevante...
Y afirmarán muchos que alguna razón habría para determinar la expulsión categórica de los mininos: varios (uno o dos) empleados del centro se quejaron de alergias, provocadas, al parecer, por su sola presencia. Y no lo pongo en duda; hay personas que se ronchan nada más pensar que "simples" animales pueden sanar lo que ellos ignoran, lo que ellos no ven, lo que para ellos no existe, y no cobrar por ofrecerse, por darse. Para mí, los que piensan así sí que son simples y asusta estar en tales manos.
Ya lo dijo Saramago, es hora de perder la paciencia.