El gato blanco y célibe se mira
en la lúcida luna del espejo
y no puede saber que esta blancura
y esos ojos de oro que no ha visto
nunca en la casa son su propia imagen.
¿Quién le dirá que el otro que lo observa
es apenas un sueño del espejo?
Me digo que esos gatos armoniosos
el de cristal y el de caliente sangre,
son simulacros que concede el tiempo
un arquetipo eterno. Así lo afirma,
sombra también, Plotino en las Ennéadas.
¿De qué Adán anterior al paraíso,
de que divinidad indescifrable
somos los hombres un espejo roto?
(José Luis Borges le dedicó este poema a su gato Beppo, al que, cuentan, siempre trató de usted. Beppo era un gato blanco, al parecer con bastante genio, llamado así en honor a un personaje de Lord Byron, quien también tuvo un gato con el mismo nombre)
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