martes, 5 de agosto de 2008

Recordatorio





El 10 de julio ya pasó. Evité escribirte. Citar tu muerte.

El 10 de julio entraste en mi pasado, como dice el tango. Aunque esto no sea del todo cierto.

Prueba de tu presente en mi presende es este blog un tanto extraño donde voy dejando rastros certeros de ti y de otros animales. A algunos los conocistes, a otros los ignoras. Algunos son reales, y otros forman parte del imaginario de aquellos que necesitaron inventar su propio bestiario.

Sabes, gato Mo. Mi querido Plin. Hay historias increíbles y afectos inquebrantables que me acercan aún más a ti. A través de ellas descubro un universo común en el que animales y personas han estado siempre cuidando los unos de los otros.

No sé. Me siento en muchas ocasiones huérfana, desamparada, perdida. Presiento que todo el afecto que tenía para ti lo estoy almacenando en algún lugar de mi alma y me está devolviendo al autismo afectivo de antes de conocerte. ¿Recuerdas?

Intento evitarlo. Puede ser que en mi camino vuelta a tropezarse otro animal. Otros ángel custodio. Otro compañero de vida. Mientras tanto procuro desterrar este sentimiento de soledad absurda y difícilmente explicable. Es una soledad nueva. Sin ti. Sin tu mirada o tu silencio, o tu presencia constante. Sin tu ternura y tu juego. Sin mi risa.

También está Ana. Que te llora -lo sé-. Te citamos constantemente, como un par de viejas locas que aprovechan cualquier pretexto para recordar los viejos y buenos tiempos en que tu iluminabas las estancias de la casa y de nuestras vidas. En fin. Así somos los humanos, o al menos yo, con una terrible inclinación a la tragedia y al absurdo. Pero, no olvides, detrás de esta cáscara que no sirve para nada, estoy yo.

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